miércoles, 1 de julio de 2009

Ruta de senderismo: El desfiladero de los Hocinos

Una variante actualizada de esta ruta la puedes encontrar aquí.

Vuelta a la arqueología del senderismo para recuperar esta ruta cuyo mayor interés radica en las vistas sobre el valle mejor configurado de toda la provincia, el de Valdivielso, y con excepcionales añadidos del valioso románico y torres medievales de la zona.
Dificultad: 3
Orientabilidad: 2
Belleza: 4
Tiempo: 6 horas


Situación.

Para llegar desde Burgos hay que tomar a C-629 en dirección a Villarcayo.Nada más terminar el descenso de La Mazorra nos desviamos a la derecha a la altura de las primeras casas, que se corresponden con el barrio alto de Valdenoceda.

Puntos de Interés
Todos los pueblos que recorre la ruta (Valdenoceda, Puente Arenas, El Almiñé y Quintana de Valdivielso) presentan muestras muy interesantes de arquitectura rural. Palacios, torres e iglesias completan su patrimonio cultural. Destacan especialmente las iglesias románicas de San Pedro de Tejada y El Almiñé. Vistas sobre el valle de Valdivielso.

Descripción de la Ruta
Aparcamos el vehículo en el primer lugar que consideremos adecuado, ya que hemos de volver a dirigirnos hacia la carretera, cruzándola por un paso inferior que constituye en sí mismo una bonita obra arquitectónica.


Empezamos a subir aprovechando un valle que desciende desde lo más alto de los páramos, de forma perpendicular a la carretera. El camino en este primer tramo está muy marcado y ha sido visiblemente ensanchado con ayuda de excavadoras.
Tras un primer tramo de ascensión relativamente suave el camino gira bruscamente hacia la derecha abandonando el trazado de la garganta, que a partir de aquí es muy estrecha. Enseguida este ancho camino se difumina repentinamente. Entre las diversas opciones hemos de tomar el sendero, que hacia la izquierda, comienza a ascender entre las encinas.
Rápidamente el sendero comienza a ascender de forma muy brusca, obligando a frecuentes descansos. Tras un primer tramo en el que ganamos rápidamente altura el camino tiene un corto descansillo pero rápidamente vuelve a ganar pendiente afrontando con decisión la ascensión. A menudo el sendero se bifurca y vuelve confluir, pero al cabo todos los senderos continúan en el mismo sentido hasta llegar, con bastante esfuerzo, a lo alto del portillo de la Hoz. La parte alta aparece cubierta por excrementos de oveja.

Es el momento de contemplar más detenidamente el precioso valle que ha quedado abajo. El Valle de Valdivielso se extiende de Oeste a este y aparece confinado por la Sierra de la Tesla y las parameras de Masa. El río Ebro, que lo atraviesa, tiene que abrirse paso por el desfiladero de los Hocinos antes del valle y por el de la Horadada al final. Si la naturaleza merece contemplación, no menos ocurre con sus pueblos, que concentran un patrimonio cultural destacable.

Al otro lado, y bajo la pequeña cresta rocosa sobre la que nos encontramos, se extiende una superficie mas bien llana. Bajamos hacia la misma en dirección a una línea eléctrica. A nuestra derecha queda el comienzo de barrancos que vuelven a descender al valle. Ya cerca de los postes, como a 200 metros, se puede distinguir un poco marcado camino que discurre paralelo a los mismos y que tomamos hacia la derecha. Tras un sube y baja alcanzamos el punto más alto del trayecto, que coincide prácticamente con el punto con el que el camino deja de distinguirse.

En este momento hemos de seguir por la planicie hacia la derecha alejándonos de nuevo de los postes de la luz. Mientras siguen quedando los barrancos a nuestra derecha, a la izquierda va apareciendo un bosque de encinas. Avanzamos de esta forma sin perder altura hasta las proximidades de las primeras rocas.
En este punto comenzamos a distinguir un nuevo vallejo que aparece a la izquierda y hacia el que nos dirigimos paulatinamente, pero no hacia su fondo sino por la ladera de modo que no nos introducimos en la espesura de encinas. De este modo vamos descendiendo de forma cada vez más clara mientras que la senda se vuelve a hacer visible. Al poco esta última se hace mucho más marcada y cruza al otro lado del vallejo mientras los paredones a ambos lados cada vez son más notables.

En las zonas más húmedas, además de encinas, se distingue abundante boj, quejigos e incluso algunas hayas. El camino sigue bajando hasta pasar junto a una tenada en ruinas y al poco pasa de nuevo al lado derecho del vallejo. Un tramo más de descenso por este nuevo sendero nos deja junto al río y la carretera de Villarcayo, justo junto al Puente del Aire, de maciza construcción y que permite disfrutar de la contemplación del río y del desfiladero de los Hocinos. Atravesamos el puente y enseguida tomamos un marcado camino hacia la derecha.

Este camino salva las últimas dificultades del desfiladero ganando altura (no desviarse por un camino atravesado por una valla metálica) y permite nuevas e interesantes perspectivas del río, del desfiladero y de las primera parte del valle de Valdivielso. En primer término aparecen el edificio abandonado de una antigua cárcel de presos políticos durante el régimen franquista, anteriormente fábrica de sedas y aún antes gran instalación molinar (probablemente hablemos en el blog otro día sobre el lugar).


Una vez en el valle el camino se separa del río y se dirige sin cambiar de dirección, hacia el cercano pueblo de Puente-Arenas. Descubrimos en algunos tramos las losas que nos indican que este camino ya era usado en la Edad Media.

En las cercanías de Puente-Arenas podemos ver los otros pueblos que recorreremos en la ruta, a la derecha queda Valdenoceda, casi de frente, extendiéndose sobre una loma, Quintana de Valdivielso y más al fondo El Almiñé.


Como ya hemos comentado el trazado de Puente-Arenas es interesante dado el buen estado general de sus casas, la abundancia de escudos y la aparición incluso de algún palacete abandonado. Toda esta zona estuvo favorecida por la llegada de indianos que regresaban ricos de las Indias.

Tras atravesar todo el pueblo nos acercamos de nuevo al Ebro, a la altura de un puente que lo atraviesa. Desde aquí merece la pena tomar el camino que nace justo antes del puente y que en unos trescientos metros nos lleva a una auténtica joya del románico, la iglesia de San Pedro de Tejada. Enclavada en plena ladera de la sierra de la Tesla, destaca por sus formas y por la variedad y calidad de iconografía. Una verdadera delicia.


Ya de nuevo junto al puente cruzamos el río y tomamos el camino que sigue la dirección del puente. Para orientarnos nos ayudan las lineas roja y blanca de Senderos de largo recorrido, ya que por aquí pasa el GR-85. Sin cambiar de dirección atravesamos una zona de tierras de labor hasta alcanzar el borde de la N-232, justo al otro lado nace la pista que se dirige a El Almiñé.

De nuevo esta localidad merece una contemplación. Aquí lo que más destaca es su preciosa iglesia románica, recientemente restaurada, en la que lo que más llama su la atención en su potente torre. Junto a la iglesia aparecen dos nuevas casonas.

Seguimos por el camino principal que nos ha traído al pueblo y por el que discurre un pequeño arroyo. Justo en el punto en el que el asfalto pasa a ser cemento, y mientras a la izquierda aparece un nuevo palacio abandonado, tomamos el camino que, hacia la derecha, se introduce en la espesura.

A partir de aquí aparecen algunos cruces y puntos en los que el camino se difumina. No obstante basta con intentar no perder la dirección y llegaremos sin problemas a Quintana de Valdivielso. La primera construcción que vemos de esta localidad es una nueva sorpresa. Una muy bien conservada torre defensiva que se conoce como torre de Loja.


Desde aquí atravesamos todo la localidad, en la que un palacio casi totalmente derruido y una serie de casonas (una de ellas convertida en alojamiento de turismo rural) constituyen su mayor patrimonio. Lo mejor desde aquí es seguir por la carretera hasta llegar de nuevo a la N-232 que se toma hacia la izquierda. Al poco llegamos a Valdenoceda y, nada más pasar sobre el cauce de un arroyo seco pero con mucha vegetación, abandonamos la carretera por la izquierda por una pista y enseguida tomamos un camino que nace a la derecha.

En unos metros llegamos junto a esos monumentos que hemos visto tantas veces en fotos hechas desde el descenso de la Mazorra: la Torre y la iglesia románica de Valdenoceda. Esta vez podemos verlo de cerca. De la torre destaca sobre todo su consistencia. De la iglesia se pueden ver los rasgos románicos (torre y portada), casi ocultos por los añadidos posteriores. Desde aquí basta tomar la carretera que pasa junto a los edificios y que nos lleva enseguida al barrio alto del pueblo, donde finaliza el recorrido de hoy.

Comentarios
Aunque en su momento escribí muchos detalles sobre el trazado, el paso de los años pueden haber invalidado algunos de ellos. La ruta realizada corresponde a la descrita en el tomo III de rutas y paseos de Enrique del Rivero. Os pongo aquí el plano de la ruta tal cual se publicó en el libro.


La visita a las Iglesias de San Pedro de Tejada y el Almiñé merece un capítulo aparte.

No hay comentarios: