lunes, 26 de julio de 2010

Quintanilla Valdebodres

Algo tiene el pueblo de Quintanilla Valdebodres. Tal vez sea la rústica construcción en lajas sin cemento de sus edificios más tradicionales, tal vez sea su ubicación como salida natural de los originales Canales de Dulla, tal vez la cercanía a la Cascada de la Mea, tal vez por el profundo enigmático pozo del infierno, en el mismo casco urbano del pueblo....
 

...Y por el que se cuenta que una vez aparecieron una pareja de bueyes con el brabán enganchado y todo, que habían sido previamente engullidos en el Ojo del Guareña.
 
Tal vez por el molino harinero construido precisamente para aprovechar las aguas de esta gran surgencia, y uno de los pocos recuperados en la zona.


 
Pero en lo que probablemente no se fijen muchos de los, en todo caso escasos, visitantes del lugar es en la imagen policromada de la virgen que se encuentra en un pequeño altarcito a la vera de la carreterita.

 

La curiosa historia de esta imagen la narran en el el libro "Aguas abajo, Un recorrido por la cuenca del río Nela" y que paso a reproducir brevemente.
 
Al parecer esta imagen pertenecía originalmente al cercano pueblo de Brizuela y la tenían prestada en Quintanilla. Cuando fueron a devolverla a su lugar original los bueyes que transportaban el carro donde se llevaba, se negaron a cruzar el río Nela por muchos intentos que se realizaron, y con ello la imagen quedó para siempre en Quintanilla.
 
Cuenta también el libro citado que no hace mucho en la letanía cantada en misa de Brizuela algunos vecinos contestaban así al cura:

- Cura: “santa María"
- Iglesia: “está en Quintanilla

viernes, 23 de julio de 2010

El último carbonero de las Merindades

En el recóndito pueblo burgalés (uno más) de Cogullos, en la parte alta del caserío, podemos descubrir con un poco de suerte una estampa que parece sacada del pasado: una carbonera de carbón vegetal.

Román López es el último de los carboneros del norte de la provincia. Sigue produciendo y vendiendo este carbón de encina para uso en barbacoas. La pila es más bien modesta, sus casi 70 años y el trabajo en solitario no permiten mucho más.

Tuve la suerte además de cruzarme con el propio Román, y venciendo mi habitual reserva incluso cruzar unas breves palabras con él (estaba atareado). Hablamos de cómo fue él el que enseñó a los organizadores de la tradicional romería de San Bernabé como preparar la pequeña carbonera que enciende cada año el seleccionado como Carbonero Mayor.

Estas carboneras se cuecen durante 18 días y tardan en apagarse, una vez carbonizada la leña, alrededor de una semana.

La chimenea de las carboneras de Román suele ser de forma cuadrada. La madera utilizada es únicamente de encina, obtenida en un bosque común cercano durante la limpieza del mismo. Al limpiar el bosque se recogen hasta la base de los troncos que, según Román, hacen un buen carbón. La pila se cubre con ramitas de unos 5 cm. de diámetro y de unos 20 cm. de largo para conseguir un ambiente reductor.


Estas maderas se cubren con césped de los alrededores y éste se cubre a su vez con el carbón pequeño llamado cisco que se abandonó en la última cocción. La carbonera se prende con las ascuas de una hoguera encendida en los alrededores. Este tipo de carboneras permite obtener unos 2.000 kilogramos de carbón.
Román fue agricultor de profesión; al carboneo se dedicaba para obtener unas ganancias extra. Según Román, la actividad carbonera no fue nunca una profesión en la región.También me comentó que hay un chaval de la zona que parece que se va animar a seguir con la tradición, ojalá.

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Lamentamos añadir que Román falleció a finales de 2013. D.E.P.

jueves, 22 de julio de 2010

Historias de Ojo Guareña (y II)

 (viene de este otro artículo)

El carácter sagrado de Ojo Guareña continuó en la era cristiana, pero conveniente "barnizado" para adaptarse a los nuevos tiempos.
Precisamente una de las leyendas cuenta que San Bernabé expulsó a las brujas y al diablo de la cueva: una gran alegoría de asimilación de los ritos paganos. El diablo, contrariado, ruge desde entonces los días de tormenta desde la cercana Peña del Diablo.
 
Lo cierto es que la primera advocación de la cueva, y a la que están dedicados los frescos, es de San Tirso. Posteriormente vendría el patronazgo de san Bernabé, tal vez porque, al contrario que aquel, su festividad se celebra en un tiempo mas benigno (Junio en lugar de Enero).
 
Como decimos la bóveda de la ermita está decorada con las pinturas alusivas a la historia del santo. Datan de principios del siglo XVIII y en ellas se narran 11 martirios y 11 milagros. Entre los milagros podemos citar aquel en el san Tirso fue arrojado a un foso con leones, que se humillaron ante el mismo.
 
En 1670 una moza de Cornejo se despeñó por esta roca con sus bueyes. Salvó la vida porque al caer se encomendó a los santos, pero los bueyes murieron, aunque probablemente el mas conocido es otro hecho muy similar según el cual supuestamente una pasiega (o un arriero según versiones), mientras caía dijo aquello de "San Bernabé, guardame las ollas" y efectivamente las ollas de barro quedaron intactas, pero ella pereció.
 
Para terminar esta pequeña crónica, diremos que en el interior de la cueva hay una pilas de agua en las que según la tradición es el santo el que hace bajar el agua milagrosamente. Esta agua curaría todo tipo de enfermedades, especialmente las relacionadas con la vista.

miércoles, 21 de julio de 2010

Historias de Ojo Guareña (I)

En pocos lugares se concentra en tan poco espacio la belleza natural, paisajística, histórica y cultural como en el entorno de Ojo Guareña.


Su circo rocoso, que obliga al juvenil río Guareña a sumergirse repentinamente bajo la tierra en busca de una salida, consiguiendo con ello formar uno de los sistemas de cavernas más extensos de Europa, con sus más de 100 kilómetros, la ubicación de la ermita de San Bernabé, literalmente excavada en la roca, atraen año tras año a miles de visitantes, aún relativamente pocos, que quedan sorprendidos por la originalidad del lugar.
El visitante estándar podrá disfrutar del entorno, de los últimos metros antes del sumidero del Guareña y de un breve circuito por la cueva superior, que comprende la propia ermita (destacan los exvotos y los murales referentes a los milagros de San Tirso) y la sala de los Concejos.

Hace poco se ha abierto la posibilidad de realizar recorridos de mayor longitud y duración. Estos visitantes y los espeleólogos pueden adentrarse en estas profundidades que ofrecen no sólo espectáculos geológicos, sino también biológicos (existen una serie de invertebrados endémicos) y arqueológicos (huellas, pinturas y restos óseos desde el paleolítico hasta la edad media). En definitiva una maravilla.

Pero es poco probable que unos u otros se paren a reflexionar en demasía sobre el simbolismo que el lugar ha tenido desde tiempos inmemoriales hasta nuestro más cercano pasado, que podemos reconstruir a través de libros como Leyendas y Supersticiones del Norte de Burgos y Aguas Abajo.

En efecto las cuevas de Ojo Guareña representan un auténtico tótem de la religiosidad popular. En un escudo de la ermita podemos ver dibujados triángulos invertidos, lo que viene a significar las cuevas o el pubis femenino (asociados legendariamente a energías negativas); en contraposición a la posición habitual (la montaña, la masculinidad, lo positivo). Es más, en estos lugares con tantas cuevas próximas, era habitual que a unas se las tomase por beneficiosas y a otras por maléficas, junto a las cuales los agricultores se negaban incluso a sembrar.
 
Cuenta la leyenda más ancestral que en los tiempos celtas pasó sus días en esta cueva el druida Lam, un hombre barbado y solitario, que vigilaba la fuente de la sabiduría de la que mana el agua que cura las enfermedades, acompañado de una osa y dos bichos monstruosos, en cuya compañía pasaba los días y los años. Este nombre recuerda a la deidad LAM, vinculada a la fuente de la sabiduría y el agua curativa.
 
También se cuenta una leyenda sobre un rey celta o godo que se adentró en la cueva persiguiendo a una pastora de pechos generosos y no volvió a ver la luz nunca más. Curiosamente, en la misma se ha encontrado el esqueleto de una persona que evidentemente se desorientó y murió de inanición, con una fíbula de data aproximadamente del siglo VI a.C.

martes, 20 de julio de 2010

El Penal de Valdenoceda


En el pueblo de Valdenoceda, muy cerca ya del emblemático "Puente del Aire" sobre el Ebro, se levanta un anónimo y voluminoso edificio rodeado de un alto muro de mampostería.



Aunque la mayoría pasarán indiferentes ante las paredes, para un buen puñado de familias representa el emblema de un infausto recuerdo, pues aquí estuvieron presos a principios de los años 40 un nutrido grupo de represaliados franquistas.

Entre las voces que contribuyeron a sacar del olvido este lugar y, sobre todo, lo que aquí sucedió, tenemos que citar una vez más a Elías Rubio, que nos lo narra en el segundo volumen del libro Burgos en el recuerdo.



Así, por sus investigaciones sabemos que el edificio fue en primer lugar una gran fábrica de harinas, que aprovechaba la fuerza del río Ebro. Posteriormente se convertiría en un centro de fabricación de seda artificial, producción que, por cierto, se trasladaría en los años 20 del pasado siglo a la famosa sedera de la capital.


Desde entonces el edificio quedó sin uso hasta que se convirtió en el citado penal, entre los años 1938 y 1943. No existen unos datos claros de cuantas personas pasaron por el mismo, aunque sí se tiene constancia del fallecimiento de 153 presos, muertos por las pésimas condiciones de supervivencia en el lugar, enterrados en una finca que luego sería anexionada al cementerio parroquial; personas por cuya identificación se está haciendo un esfuerzo desde diversas asociaciones (aquí una noticia del diario de Burgos , aquí el foro de amigos y familiares de los represaliados).

Por internet podéis encontrar varios conmovedores testimonios, por ejemplo éste, pero por elegir uno me quedo con los dibujos del artista gráfico José Robledano, que permaneció unos meses en el lugar y algunos de los cuales podéis ver ilustrando este post.

Vaya esta humilde entrada en memoria de esta gran injusticia.

miércoles, 7 de julio de 2010

Leyendas del Monte Hijedo

Hasta hace no muchas décadas la espesura del Monte Hijedo representaba un lugar tenebroso y misterioso, terreno sembrado para leyendas y supersticiones.

Cuentan que una vez un joven en uno de sus paseos por el bosque descubrió un palacio. Fue a avisar a los vecinos para compartir el hallazgo, pero de regreso no fue capaz de volver a encontrarlo. Por muchas veces que lo intentó no logró tener éxito en su empeño y murió desolado por no haberlo conseguido.


Según nos cuenta la página web del Alfoz de Santa Gadea, Existen en la parte norte del bosque unas ruinas conocidas como “la Casa de la Vieja”; se dice que allí vivía una mujer sola, que era dueña del monte y que una vez muerta lo heredarían los de Riconchos (grupo de pueblos pertenecientes a Cantabria, al oeste del Monte Hijedo) o los de Santa Gadea, dependiendo del lugar donde fuese enterrada. El caso es que, estando “la vieja” ya grave, como el lugar está más cerca de Los Riconchos, los de Santa Gadea habían escondido la cruz, cerca de allí, en Peña el Mazo, de manera que cuando llegó el cura de Los Riconchos, ya no encontró nada y dijo: “Adelante con la cruz y los faroles que la vieja la llevó el diablo”. Entonces el monte fue heredado por Santa Gadea.

lunes, 5 de julio de 2010

Regreso a los pueblos del Silencio: Mundóval y Remolino

Hoy ración doble de este brebaje que lamentablemente es bastante abundante, y lo hago sobre todo porque poca es la información que os voy a poder dar.

Mundóval o Mudóval, que con ambas grafías puede encontrarse, se encontraba en la carreterita que desde Manzanedo, capital del Valle del mismo nombre, se dirige a Villasopliz. Como a medio camino, y a la altura de una curva a izquierdas, encontramos un camino que hacia la derecha nos lleva a lo que fue el núcleo.
 
Vemos ya los exiguos restos de sus casas cuando una valla de alambre de espino nos cierra el paso. El paso es practicable pero en estos casos siempre hay que decidir si pasar o no. En esta ocasión fue que no.
 

En la interesante web de Cidad de Ebro, podéis encontrar más información sobre este antiguo pueblo.

Al contrario del caso anterior, sí que viene en el libro "Los pueblos del Silencio" la antigua localidad de Remolino. Para acceder debemos seguir la carretera que recorre el valle de Manzanedo en dirección a Incinillas y, tras pasar junto a Rioseco, y justo cuando empieza una larga recta, tomar el camino de concentración que nace a la derecha.

Tras unos 500 metros llegamos al borde del Ebro, en donde nos encontramos con este panorama.
 

Al parecer en este caso sí que está comprobado que es propiedad privada, así que no intenté sobrepasar la verja. De la foto del Sig-pac vemos que aún se conservan varias edificaciones.
 

De lo que nos cuenta Elías Rubio en el libro podemos resaltar el hecho de que fue precisamente la cercanía al río Ebro el factor determinante del despoblamiento del lugar, a mediados del siglo XX, ya que era frecuente que el río se llevase el puente una y otra vez y dejase a los pobladores incomunicados.
 
En fin, ya vemos que muchos pueblos no sólo quedan despoblados sino que encima son comprados como cualquier mercancía para que cuanto antes todo el mundo se olvide de lo que antes fueron.

viernes, 2 de julio de 2010

Romería de Nuestra señora de la Hoz o de Santa Isabel

Este domingo se celebra la tradicional romería de la ermita de Virgen de la Hoz o de Santa Isabel, que por ambas advocaciones es conocida.
Por cierto que la advocación no proviene, como muchos creen, de un accidente geográfico, sino de una hoz de plata que porta la talla (ver la segunda foto).
Esta "mutilación" se llevó a cabo según parece a principios del siglo XIX y guarda relación con una tradición según la cual una temporada de siega de hace muchos años los aldeanos no daban abasto para acabar la siega y un fuerte pedrisco amenazaba con arruinar toda la cosecha. La Virgen, ante los ruegos de los agricultores, acudió ella misma hoz en mano para acabar con la faena a tiempo.
Actualmente, aún con el gran ambiente que proviene del encuentro de los vecinos de los lugares cercanos y de antiguos pobladores, la fiesta ha perdido buena parte del espíritu de épocas pasadas. Hasta no hace mucho se celebraba en este día una gran feria, especialmente dedicada a aperos de labranza: trillos de Madrid de las Caderechas, hoces, zoquetas, horcas, horcones, rastros, bieldos

jueves, 1 de julio de 2010

Escalada (y II)

Enfrente del templo parroquial, que describíamos en el anterior post, encontramos el Palacio renacentista de los Gallo. Aquí se trasladaron desde la cercana torre, desaparecida hace muy poco.

 
Inocencio Cadiñanos, en su libro "arquitectura fortificada de la provincia de Burgos", nos describe una truculenta historia medieval relacionada con esta familia, y que paso a citar muy brevemente.
Al parecer, durante la baja Edad Media el poderoso señor de Castañeda, controlador de un potente señorío en tierras cántabras, ultrajó a una mujer perteneciente a esta familia. Los 3 hijos en venganza mataron al hijo del conde en plena iglesia y se refugiaron en su torre hasta que tres días después pudieron huir. Cuenta la tradición que, fruto de esta huida, se facilitó la expansión de las fundaciones de la familia por las comarcas cercanas. En represalia, el Conde de Castañeda quemó la primitiva torre familiar, pero la estirpe lograría con el tiempo recuperar su solar.

Sea como sea, lo cierto es que durante los siglos XVI y XVII el lugar adquirió cierta fama en cuanto a su riqueza ganadera y hortícola, fruto de la cual se produjo un periodo de prosperidad que aún podemos ver en sus edificaciones.

 

La sabiduría popular intenta reflejar la riqueza del lugar manteniendo una tradición según la cual durante una temporada un olmo dio peras, contradiciendo el famoso refrán.
Existen otras leyendas, como aquella según la cual los sesos de un sacerdote fueron enterrados en un cáliz hecho de oro y que, pasados los siglos, apareció un cráneo agujereado en los sepulcros de la iglesia, lo que parecería corroborar la historia.
Lo que sí es contrastable son las propiedades ferruginosas de una fuente que nace al lado de la antigua torre de los Gallo (solar hoy convertido en colegio). No hace falta ni probar el agua, su coloración lo hace evidente.