martes, 18 de enero de 2011

Mil años en la historia burgalesa a través de una abadía (II)

Nos encontramos en las décadas precedentes al año 1000. Por todo el mundo se extiende el mensaje y el temor apocalíptico. En el norte de la actual España, las comarcas cristianas son acosadas constantemente por el casi legendario Almanzor. La vida en este contexto es un hilo muy frágil y es nota común, tanto en este siglo como en el siguiente, la preocupación de todas las clases sociales por el más allá.
Es la época de la fundación masiva de monasterios, algunos de los cuales llegarán hasta nuestros días. Los cenobios están abarrotados y son dotados generosamente por la población con haberes a cambio de la salvación de sus almas.

En Castilla gobierna el conde Garci Fernández. Es el segundo conde independiente tras el recordado caudillo Fernán González. Garci aguanta como puede ante el empuje de Almanzor pero obliga a su pueblo a una guerra constante de desgaste que mina los frágiles cimientos de la repoblación castellana.

En la sombra del conde ya se encuentra un hijo, Sancho García, con grandes proyectos para el condado. García no puede esperar a recibir el legado y se enemista con su padre. Ambos llegan a un acuerdo. Mientras el padre seguirá controlando el resto del condado, Sancho se encargará de la zona más norteña, la Bureba y las montañas de Burgos (que entonces se extendían hasta el Cantábrico). Aquí se creará precisamente el núcleo duro de apoyo al monarca.

El conde Garci Fernández muere en el año 995. Sancho García tiene que seguir batallando con Almanzor, si bien afortunadamente éste ya no es el de antes, y finalmente cae derrotado en Calatañazor en 1002. El heredero andalusí es frágil y los reinos de taifas hacen su aparición. En breve se producirá un radical cambio en el equilibrio de fuerzas, que Sancho aprovecha para consolidar los territorios situados al norte del Duero y gestionar alianzas con los reyezuelos que le traen cuantiosos recursos y paz.

La mayor fama de Sancho proviene de su generosidad con sus vasallos, pues fue conocido con el sobrenombre de “el de los buenos fueros”. Por ejemplo estableció que los siervos que luchasen contra el moro quedarían libres y su equipamiento sería sufragado por el condado. Concedió tierras y fueros a los repobladores de las tierras fronterizas. Fue un de los primeros promotores del Camino de Santiago.

Castilla vive por fin un periodo de estabilidad. Sancho se siente contento y desea agradecer al creador su situación. Es en este momento cuando decide fundar un monasterio en Oña dedicado al Salvador.
En realidad, existe una teoría mucho más romántica sobre las razones que impulsaron al conde a fundar el monasterio, y que enlazan directamente con la leyenda de la condesa traidora, que narramos el año pasado. Según esta teoría, además de agradecer a su escudero el apoyo ante el proyecto de traición, creando el Cuerpo de Monteros; Sancho decide expiar el pecado de provocar la muerte de su propia madre fundando este monasterio. Dado que la propia historia apenas tiene visos de ser cierta, prescindiremos de entrar en más detalles. Lo cierto es que esta teoría debe parte de su fama a haber sido tema escogido por algunos conocidos autores literarios, como Lope de Vega, José Cadalso y José Zorrilla.

Pero ¿porqué en Oña?. Como dijimos en esta zona se encontraba el núcleo duro de apoyos a Sancho. Tal y como barruntamos en el pasado (ver la serie de entradas, Una tierra de Leyenda), esta área debió tener un protagonismo bastante acusado en las primeras fases de la reconquista, se encontraba bastante a resguardo frente a una eventual recuperación en el poder califal y permitía, indirectamente, frenar la expansión de los intereses del reino de Navarra hacia estas tierras.

Los expertos parecen estar de acuerdo en la fecha de fundación de 12 de Febrero de 1011. Los terrenos sobre los que se asienta el monasterio fueron comprados a un tal Gómez Díaz, señor de Barcina. De hecho, los restos de la torre del señor de Barcina en Oña existieron hasta el siglo XIX, y fueron en su momento utilizados en la fase en que el cenobio se fortificó. Como dato de interés hay que decir que sobre la fundación del monasterio de Oña conocemos hasta siete documentos distintos, pero ninguno de ellos es el original. La copia más antigua es coetánea del original, descubierta por Manuel Zabalza Duque en 1978 en la Parroquia de Villaescusa de Solana, usada como forro de un libro de Bautismos del siglo XIX.

Aunque, en realidad, es probable que existiera previamente. Las crónicas árabes nos hablan de una razzia en 934, en la que se asoló Oña y un monasterio que allí existía «completamente rodeado de colinas que ocultaban su dilatada superficie donde se alzaban elevados edificios de altas columnas, maravilloso mármol y admirable fábrica, mientras entre casas y palacios estaban asignados a distintos fines y trazados para distintas utilidades, reuniendo allí cuantas actividades necesitaba la gente...». No es imposible, sin embargo, que el monasterio al que refieren estas crónicas sea el de Loberuela, al que nos referiremos en el párrafo siguiente, puesto que el mismo ya aparece documentado en 913. También hay que tener en cuenta que las crónicas musulmanas tendían a exagerar la grandeza de los lugares que arrasaban, que en realidad serían casi siempre pequeñas aldeas e iglesitas.
Junto con los terrenos en que se ubica el monasterio, el conde dota al monasterio de una generosa dote en tierras y derechos, más de 160 lugares y un centenar de iglesias. Siguiendo la tradición hispano-visigoda, crea un monasterio dúplice. Los monjes vendrán del desaparecido monasterio de Loberuela (cerca del actual pueblo de Terminón) y San Pedro de Tejada. Las monjas del monasterio de San Juan de Cillaperlata. Todos estos monasterios se integrarán en la dote de la nueva abadía.

Al cargo del nuevo monasterio estará Doña Oneca, hermana del conde, aunque ello sólo hasta que la joven hija de Sancho, Tigridia, esté lo suficientemente formada (contaba entonces tan sólo quince años). Así, repite el esquema que su padre había realizado con su hermana Urraca, creando el infantado de Covarrubias. Tigridia pasará a la posteridad con vitola de santa y sus restos serán conservados como tales en el monasterio, aunque en realidad no se conoce ningún dato hagiográfico.

3 comentarios:

ZáLeZ dijo...

Hola Montacedo:
Veo que has calentado motores y empiezas fuerte.
Tambien soy de la opinión que los cronistas musulmanes exageraban en sus batallas ganadas pero no sabían ubicar con precisión y con nombres locales, el nombre de sus batallas y su lugar concreto, pues como sucediera con la emboscada en "el desfiladero de Berdhich" en Frías, cualquiera sabe a qué desfiladero se referían...
Saludos,

Anónimo dijo...

yo no

Anónimo dijo...

yo pienso que deves dar la historia completa de burgos OK