lunes, 29 de abril de 2013

Montejo de Cebas

La carreterita entre Frías y Montejo de Cebas atraviesa una pequeña garganta por la que circula el río Ebro. Justo al final de la misma nos encontramos con el primer edificio de Montejo, que es el de su antiguo balneario. Como vemos se encuentra en obras, lo mismo que un ala anexo al mismo de factura más moderna.



Según nos cuentan en Diario de Burgos, estas obras responden a un proyecto bastante ambicioso para recuperar el uso turístico de las aguas minerales que manan a pocos metros, incluyendo la apertura de un hotel y varias villas turísticas. Lamentablemente la crisis y ciertas desavenencias con el consistorio tobalinés han dado al traste con la idea, al menos de momento.

Desde “Tierras de Burgos”, y sin conocer de cerca el caso, nos lamentamos de que no se ponga en marcha cualquier proyecto que pueda dar vitalidad al medio rural burgalés. Como ya dijimos hace tiempo, nuestra provincia, que cuenta con numerosos manantiales con aptitudes minero-medicinales, contabiliza actualmente tan sólo un establecimiento abierto y éste, Corconte, sólo es “parcialmente” burgalés.

El lugar de Montejo de Cebas ya aparecía citado en el Diccionario de Pascual Madoz en 1845 con «una fuente llamada de la Salud, en cuyas aguas van a bañarse muchos enfermos». En el siglo XIX se levantó el Balneario Errasti, que aprovechaba aguas medicinales que manan a pocos metros del antiguo edificio a una temperatura de 19 grados centígrados. Según parece el tal Errasti era un ingeniero que trabajó en el arreglo de la carretera y que vio una oportunidad de negocio.

Las instalaciones de los antiguos baños se encontraban ubicadas en un edificio de una planta junto al río y en estado actual de abandono. Junto a este edificio se encuentra un pequeño pilón donde brota el manantial con un caudal escaso a una cota de surgencia de 1 m sobre el nivel del río. Según la “Guía oficial de Balnearios y aguas mineromedicinales de España” de 1946-47, las mismas estaban indicadas para las afecciones del riñón, estómago, hígado y artritismo, vendiéndose también embotelladas. No tengo claro cuando dejó de funcionar este balneario; al parecer hasta hace no demasiado funcionó como colegio veraniego.

A unos centenares de metros del pueblo en dirección NE se encuentra una pequeña necrópolis, la de las “cuevas de los moros”. Sobre el afloramiento rocoso se disponen en hilera cinco tumbas excavadas en la roca, que presentan una orientación E-O. Todas corresponden a individuos adultos, siendo dos de tipo bañera y las otras antropomorfas, una con cabecera rectangular y las otras dos con cabecera de herradura.


En el frente S, en su extremo oriental, se encuentra tallado en la roca un pequeño edículo. Se trata de un posible eremitorio. En el extremo occidental se encontrarían los restos de la posible ermita asociada. La facilidad de acceso del lugar le hace destino de paseos desde los pueblos cercanos; y tal vez por ello se encuentre bastante deteriorado, con erosión de la superficie y profusión de inscripciones contemporáneas.


viernes, 26 de abril de 2013

Quintanaseca

Ya adelanto que en esta ronda no voy a hablar de Frías. Por razones evidentes hay que dedicarle una visita específica. Pero de lo que sí vamos a hablar es de una de sus pedanías, Quintanaseca, (la otra, Tobera, ya apareció en el blog hace unos meses).

Al parecer recibe este nombre por la escasez de fuentes, aunque teniendo el Ebro al lado tampoco creo que sea un tema muy preocupante. De hecho el tramo entre Frías y Quintanaseca está plagado de cultivos hortícolas.

Al lugar me dirigí buscando dos posibles puntos de interés. El primero, la existencia de un artesano de la madera. Entre que no me supieron dar unas referencias muy claras y que cuando se trata de hablar con gente con frecuencia me retraigo un poco; como en otras ocasiones similares el tema se quedó pendiente. Al menos os pongo aquí su web y un artículo en el Diario de Burgos, para el que pueda estar interesado.

La otra razón de llegarme hasta el lugar fue la contemplación de la iglesia, o más bien de algunos elementos de la misma; pues como vemos el edificio en global no muestra una gran arquitectura. El hecho de que la espadaña esté en el centro de la iglesia y no en uno de los lados hace pensar que originalmente fuese una ermita transformada y ampliada posteriormente en iglesia.


Lo que realmente venía buscando son una serie de frisos y relieves empotrados en sus muros, procedentes de otro edificio o tal vez incluso de una anterior iglesia ubicada en el mismo lugar. Estos parecen proceder del románico o protorománico. 


Pero el más interesante es esta escultura romana, procedente de una estela o de una de las "casitas" de "tipo burebano". Aparece como vemos invertida,  y nos deja bien clara la antiguedad del poblamiento de la zona.


miércoles, 24 de abril de 2013

Torre de Lomana e Imaña

Desde la iglesia de Quintana-María se aprecia la siguiente parada de la ruta: La Torre de Lomana. Apenas unos centenares de metros tras ella se encuentran lo cada vez más borrosos rastros del pueblo abandonado de Imaña.


La torre de Lomana fue levantada en la segunda mitad del siglo XV por Alonso Bonifaz, un descendiente del famoso almirante Bonifaz. Resulta curioso que esta familia levantase esta torre en plena área de dominio de los Velasco. Parece que los Bonifaz tienen su origen en Frías y de aquí se extendieron a otras zonas. Varios Bonifaz fueron alcaides del castillo de Frías por nombramiento real y apoyaron a los Velasco en diversas causas por lo que no tendrían dificultades en levantar en Lomana una torre.
 
Consta de un rectángulo bastante alargado, con las esquinas reforzadas por cubos. Sus muros presentan un espesor de poco más de un metro y fueron levantados, excepto los vanos labrados con buenos sillares, con mampostería. Conserva un interesante balcón, sobre la puerta de entrada, y un variado conjunto de ventanas ajimezadas. Ha perdido las almenas y en su interiores se constata la existencia de una planta baja y dos pisos superiores. Se encuentra bastante deteriorada y por eso figura en la Lista Roja de Patrimonio en Peligro.


Cierta leyenda atribuye su construcción a la reina Egilona, mujer primero del rey visigodo Don Rodrigo y, después, del moro Abd-el-Azis. Otra leyenda asegura que disponía de unos túneles que le comunicaban con el castillo de Frías. Al parecer hoy pertenece al conde de Esteban Collantes, título creado en 1884.




Como ya hemos dicho, a tan sólo unos centenares de metros se encuentran los restos del antiguo pueblo de Imaña, otro de los que menciona Elías Rubio en su libro de "Los pueblos del silencio".



El lugar está abandonado hace décadas y sus cada vez más inseguros restos están poco a poco más arrinconados por las tierras de labor.



En esta última imagen, tomada desde Imaña, se aprecia la torre de Lomana y el perfil de Frías en la lejanía.

lunes, 22 de abril de 2013

Necrópolis de Quintana-María

Vamos a dejar por una temporada la zona de Silos para hacer una primera ronda por el valle de Tobalina, aún a sabiendas de que me dejo cosas “tanto en cantidad como en calidad”. Para toda esta zona, y para no repetirme, me remito desde ya a los artículos publicados por Zález en su blog para aquel que quiera profundizar.
 
Y vamos a empezar por la necrópolis de Peña San Clemente en la localidad de Quintana-María. La localización de la misma es bastante sencilla. Una vez en el pueblo ascendemos hasta la iglesia. Tras dejar atrás la misma seguimos la pista cementada unos metros más hasta que ésta se acaba. Aquí se puede dejar el coche. Desde aquí un cartelito nos señala el sendero que entre roblecillos nos deja en unos minutos junto a la necrópolis. Estamos a unos 350 metros de la iglesia.

Desde la necrópolis se domina el valle del rio Ebro, con el canal de Iberdrola en primer plano. Al fondo Frías y el Humión.

Uno puede o no elucubrar sobre el sentido misterioso de este tipo de lugares, pero lo que parece claro es que el mismo no está escogido de manera casual: Se sitúa en un espolón rocoso de arenisca que domina el valle del Ebro. A no muy larga distancia se aprecia perfectamente el perfil de la ciudad de Frías. Hay unas 40 tumbas bastante profundas y presentan forma de bañera y antropomorfa, siendo la cabecera de éstas semicircular y rectangular, observándose en algunas los entalles para las tapas. La mayoría son de individuos adultos, otras infantiles y algunas de lactantes.


 En la zona central, al N de las tumbas, se observa un derrumbe de piedras y tejas y un alineamiento de piedras, tratándose de la cimentación de la moderna ermita que ha dado nombre al yacimiento.

Más información.

viernes, 19 de abril de 2013

Ruta de senderismo: Pico Valdosa y senda de los Moros

Si queremos acceder a la Senda de los Moros podemos accederlo en combinación con una ruta de ascenso al pico Valdosa, que con sus 1412 metros puede considerarse la cima más occidental del Sistema Ibérico. Esta condición permite disfrutar de muy amplias perspectivas.
 
Dificultad: Media
Orientación (sin GPS con cartografía o track): difícil
Belleza: Normal
Tiempo y distancia: 4 horas (14 kilómetros)



miércoles, 17 de abril de 2013

La misteriosa senda de los Moros

De regreso desde el Churrión y al volver la vista atrás, pude apreciar sobre el mismo lo que parecía una especie murete o línea a lo largo de la peña, a media altura de la misma. Como no era cuestión de volver de nuevo decidí informarme mejor y volver otro día.

Y resulta que lo que yo había visto no era para nada desconocido para los habitantes de la zona. Se trataba de la llamada “Senda de los moros”. Como sabemos los que seguimos un poco la tradición oral, con mucha frecuencia se atribuye a la época de la dominación musulmana los restos visibles en el paisaje que quedan fuera de la comprensión popular. Y tal vez uno de los más difíciles de interpretar sea precisamente esta “senda de los moros”, para la cual hoy en día aún no existe una explicación comúnmente aceptada.


Dos imágenes en las que se aprecia la línea de la "Senda de los moros"

La senda de los moros consiste en una “caja” tallada en la roca a media altura de la peña que alberga la estrechísima garganta que forma el arroyo de los Molinos antes de verter sus aguas a través de la cascada del El Churrión. La caja tiene una profundidad de unos 70 centímetros y un discurrir prácticamente horizontal a lo largo de unos 300 metros.

Acceso por el lado sur

Debido a su escarpada ubicación y la existencia de algunas interrupciones, se hace imposible transitar por la misma si no se dispone de un equipamiento adecuado. A medio camino, más o menos, existe una oquedad de cierto tamaño que se conoce como cueva de los Moros. Para contemplarla mejor, tanto en detalle como en perspectiva, es mejor acercarse al lugar desde el lado sur, por una fácil aproximación que parte desde el pueblo de Tejada (no obstante para ver la senda tendremos que emplear algo de esfuerzo y habilidad).

Imagen señalando el trazado de la "senda de los moros". Al fondo la ubicación aproximada de Solarana

Perspectiva más próxima. A la izquierda la "cueva de los moros".

La tradición popular ha relacionado estos restos con los de un antiguo camino (de época celta o árabe) que servía para acceder a la cueva. Se utilizaría por tanto el lugar como un refugio escondido en momentos de acoso.

Sin embargo, en el año 1996 se realizó un interesante estudio sobre el lugar, publicado en el Boletín de la Institución Fernán González. En él se hacia notar que la oquedad tiene un perfil en forma de “C”, con una altura no superior al metro, lo que hacía esta construcción poco adecuada para el tránsito de personas, salvo que avanzaran a gatas. Además hubiera sido más práctico hacer un camino más adaptado al trazado de la garganta, sin necesidad de conservar el plano horizontal.
 
La senda desde el fondo de la garganta, en las proximidades de la cueva.

Además resaltaron dos aspectos fundamentales del yacimiento: El hecho de que la “senda” estuviese tallada prácticamente en horizontal (en realidad con una pequeña caída) y la existencia en la boca superior del desfiladero de una angostura que permitiría con cierta facilidad la construcción de una pequeña presa. De hecho hace unas décadas se construyó un pequeño murete con fines recreativos que aún puede verse.


Dos perspectivas de la "senda"

Así pues, la hipótesis que plantean estos autores es que la llamada “senda” sea realmente el resto de una canalización que aprovechaba lo restos de esta antigua presa. Como desarrollo de la teoría, y suponiendo la construcción de época romana, se ha sugerido que esta canalización daría servicio al poblamiento de Solarana (el cual mencionamos hace unos cuantos artículos), que se sitúa a unos 12 kilómetros en línea recta.

Hipotética presa. En la parte superior se observa el inicio de la "senda"

Siguiendo las curvas de nivel del terreno, y suponiendo una leve caída paulatina, resulta factible que esta canalización efectivamente llegase hasta Solarana. Sólo se habría conservado este pequeño tramo al ser el menos afectado por la erosión y al haberse realizado sobre la base de roca viva. En unas excavaciones realizadas en 1948 por el Padre Saturio González se hablaba de restos de cerámica posiblemente prerromana y algunas maderas que podrían formar parte de la canalización original.

Murete reciente, casi colmatado.

No obstante, aún surgen algunas dudas. La más evidente determinar  porqué razón sería necesaria una canalización tan larga cuando en principio en las cercanías de Solarana hay suficiente suministro de agua. En todo caso la fascinación que producen la propia configuración del desfiladero, la cascada y la senda bien merecerían un mayor interés científico y turístico.

Para más información podéis leer el interesante artículo publicado al respecto en la Wikipedia.

miércoles, 10 de abril de 2013

Ruta de senderismo: Sendero de las ermitas

Tras visitar Santo Domingo de Silos nos vamos a una ruta de senderismo en uno de los pueblos cercano. Se trata de una sencilla ruta por el curso medio del río Mataviejas. Sin ser muy espectacular, en sus paisajes esconde algunos elementos de gran interés.

Dificultad: Baja
Orientación (sin GPS con cartografía o track): fácil
Belleza: Normal
Tiempo y distancia: 3 horas y media (13 kilómetros)

Situación

Para llegar hasta Burgos desde Quintanilla del Coco lo mejor es tomar consecutivamente la A-1 y la N-234 en dirección a Soria. A la altura de Cuevas de San Clemente tomamos la carretera que se dirige sucesivamente a Mecerreyes y Covarrubias. Atravesamos este último pueblo en dirección a Santo Domingo de Silos, pero pasados otros 10 kilómetros encontramos la carretera que enlaza el citado pueblo con Lerma. Giramos a la derecha hacia esta última localidad y pasados unos 3 kilómetros llegamos a Quintanilla del Coco. Podemos aparcar en su amplia plaza.




Puntos de interés

Arquitectura popular, río Mataviejas, Sabinas, Vistas sobre el Pico Valdosa, Ermita de Santa Cecilia, Ermita de las Naves, Cascada de “El Churrión”.

Descripción de la ruta

En el centro de la plaza encontramos una fuente con pilón y hacia una de las esquinas la iglesia parroquial. Tomamos la calle que nace en la esquina inversa a la iglesia observando algunos elementos populares como entramados de madera y chimeneas serranas. Pronto llegamos a otra plaza y buscamos hacia su lado izquierdo la continuación de la calle que pronto se convierte en camino saliendo del pueblo.

Nos alejamos así del pueblo en dirección transversal a la carretera, hacia una pequeña elevación cubierta de encinas y sabinas, algunas de cierto porte. Tras ignorar algunos desvíos afrontamos una corta subida que nos da paso a un panorama sobre parte del cañón del río Mataviejas. Descendemos hacia el cauce citado que se acaba superando gracias a un puente cementado.

Al otro lado tenemos otro camino que seguiremos hacia la derecha, pero antes caminaremos unos minutos hacia la izquierda para hacernos a una pequeña idea de este cañón que se explora de forma específica en otra ruta relativamente conocida. Así pues observamos el río, que baja relativamente caudaloso después de un reciente periodo de lluvias y nieves, y pasados unos 200 metros, justo tras una pequeña cuesta, buscamos el edificio de un antiguo molino.

De regreso hacia el puente seguimos por un camino que transcurre paralelo al río Mataviejas, generalmente con tierras de labor entremedias. Sin muchas novedades cubrimos el kilómetro que nos separa de la carretera que antes recorrimos con el coche. Cruzamos la misma muy cerca de unas granjas de cerdos (según la época el olor puede ser evidente). Al otro lado el camino empeora pero sigue siendo evidente. Mientras tanto el valle se abre considerablemente y nos ofrece panorámicas del pico Valdosa, que supera los 1400 metros de altitud.

Con una tónica muy similar seguimos avanzando hacia el Este hasta que el camino desemboca en el ramal que da acceso al pueblo de Santibáñez del Val, lugar al que llegamos en unos instantes. Superado el cementerio tomamos la pista que gira hacia la derecha, lo cual nos acerca a otro barrio de Santibáñez de sabor más popular y también de nuevo a la vera del río.

Sin cruzar este último seguimos por un camino en peores condiciones que pronto desemboca en la pista asfaltada que se dirige al pueblo de Barriosuso. Tras unos 500 metros por esta pista llegamos al punto en el que la misma cruza el río. Aquí salimos por el camino que nace hacia la izquierda justo enfrente del peñasco en el que se levanta la ermita mozárabe de Santa Cecilia, formando con ello un paraje de gran belleza. El camino termina muy pronto junto a un puente llamado “romano”, aunque lo que ahora vemos es obra relativamente reciente. Al otro lado, y antes de acercarnos a la ermita, merece la pena andar unos metros en dirección contraria hasta la fuente de “Los Caños”, lugar más que adecuado para una pequeña parada.

Subimos hasta la ermita, cuyo valor le hace merecedora de un artículo propio en este blog, y tras su examen continuamos por la pista que da servicio a la misma, en dirección a la carretera. Una vez en la misma bajamos unos 50 metros hasta el camino que nace al otro lado, y que se aleja paulatinamente de la ermita.

Volvemos a entrar en otro tramo algo monótono, en una especie de meseta intermedia bajo las peñas de Cervera. Primero ascendemos suavemente y luego descendemos suavemente, siempre entre tierras de labor y en dirección oeste. En las proximidades de una zona algo más arbolada cruzamos un primer arroyo y poco después otro, si bien este último pasa bajo nosotros por una canalización. De hecho, este segundo es el arroyo de los Molinos, el que forma la cascada de “El Churrión” aguas arriba, con lo que su caudal nos ofrece pistas sobre cómo estará el salto de agua.

Instantes después nos desviamos por un camino secundario que asciende por la izquierda. Mientras tanto el sabinar se va adueñando del paisaje. Ignoramos un camino que desciende hacia la izquierda y seguimos ascendiendo hasta desembocar en una pista mucho mejor cuidada, muy cerca ya de la ermita de las Naves. Hacia la derecha tenemos el camino que nos permitirá concluir la ruta, de frente la sencilla ermita rodeada de un área recreativa entre las retorcidas sabinas y hacia la izquierda el camino que lleva al paraje de “El Churrión”.

Tras visitar el entorno de la ermita tomamos el camino hacia el Churrión ignorando una desviación hacia la izquierda y vamos ya hacia el frente rocoso. Tras caminar unos instantes por un estrecho barranco desembocamos frente a una preciosa cascada que nace desde una exigua y alta garganta. Tras solazarnos con el espectáculo volvemos hasta la ermita y el camino más ancho. Pasados unos 500 metros llegamos a un cruce en el que se nos incorpora un camino por la izquierda. Ascendemos un poco y ya observamos muy cerca Quintanilla del Coco, lugar que alcanzamos tras cruzar la carretera.

Comentarios

El recorrido descrito coincide con el sendero de pequeño recorrido PR-BU 120, que forma parte de la red de senderos de la comarca del Arlanza (os podéis descargar el folleto aquí). Es bastante sencillo y la señalización (enero de 2013) es excelente. Cuando yo lo hice había tramos algo embarrados, pero supongo que no será la tónica habitual.

De ser posible realizaremos la ruta tras épocas lluviosas o deshielos, para observar la cascada en toda su plenitud.

Descarga de la descripción de la ruta

Track de la ruta (pulsa en el círculo verde para más información)


Vídeo con imágenes de la ruta:


martes, 9 de abril de 2013

El pueblo de Santo Domingo de Silos

Aunque sin acercarse ni remotamente al valor del monasterio, al visitante le merecerá la pena darse una vuelta por el pequeño pero coqueto entramado de calles del pueblo de Santo Domingo de Silos; un lugar que desde siempre ha tenido una vinculación con el monasterio, y así sigue sucediendo hoy en día.

En 1135 la villa de Silos recibe su fuero propio otorgado por Alfonso VII, puesta bajo la jurisdicción civil y eclesiástica del abad. A partir de este momento empieza esta singular relación de simbiosis y competencia que hemos visto en otros lugares equivalentes como Oña. Silos en general vivirá una prosperidad mayor que otros pueblos de la comarca, pero a costa de renunciar a buena parte de su independencia.



A partir del siglo XII, con la llegada de peregrinos al sepulcro de Santo, aumenta la población. Algunos autores dicen que llegó a tener 12000 habitantes, cifra que a mí al menos me parece un poco sobrecargada.


Dentro del callejero de Santo Domingo destaca el edificio de La Casa Grande. Fue construida en 1750 por Domingo Setién, un hidalgo procedente de La Montaña, escribano de oficio, que hizo la casa con los beneficios de la miel. Tiene tres plantas y una fachada bien sillada, con portalón de doble pilastra, balcón central y dos grandes ventanales. Y un lema “la vida que siempre muere, que se pierda ¿Qué se pierde?”. La Casa Grande fue posteriormente farmacia muy notable en Silos y comarca. Actualmente es un hotel.


Otra casa solariega fue el solar de la familia Majo Pérez y data de 1624. El fundador luchó en las guerras de Granada y en el siglo XVI vino a vivir a Silos. Sus descendientes fueron tres condesas y por eso se llama al edificio como “casa de las tres condesas”. Hoy acoge el Museo de los Sonidos del mundo, albergando instrumentos musicales de los cinco continentes. Más información en esta web.


Un tercer edificio interesante de Silos es la iglesia de San Pedro, que se encuentra justo enfrente de la iglesia monacal, como en desigual competencia. De hecho las crónicas reflejan los problemas que hubo para levantarla por la oposición de los abades a que existiera en el pueblo una segunda iglesia fuera de su jurisdicción.


En Silos podemos ver los restos de la antigua muralla, originaria del siglo XIII. El más destacado es el arco de San Juan, que se encuentra muy cerca de la entrada de visitas al monasterio. Este arco estuvo a punto de ser derribado en la primera mitad del siglo XX.




Junto al mismo se encuentra un lavadero que se alimenta de la llamativa Fuente Grande; un gran pozo cuadrangular formado con buena piedra de sillería y ocupado por un agua cristalina. Parte del cauce de esta fuente está derivado para los usos del monasterio. Se cuenta que esta fuente no se seca nunca, ni siquiera tras un uso intensivo en días de incendio.



Como ya hemos comentado en alguna ocasión, Silos presume de una antigua y original celebración denominada fiesta de los Jefes. Sería necesario dedicarle una entrada aparte, así que nos limitaremos a decir que se trata de una celebración de contenido y significado harto complejos, que tiene como base un asedio sufrido por Silos en tiempos remotos. El ingenio de un vecino imaginó una estratagema que hizo desistir del cerco enemigo fingiendo un incendio.

Otra festividad muy implantada en Silos es la que tiene lugar a principios de julio en honor de la Virgen del Mercado, y que al parecer se remonta al siglo XIV. Tiene como eje un baile de ocho niños que antiguamente se ejecutaba a la sombra de una gran olma cuyas ramas llegaban hasta el campanario de la iglesia del monasterio. Aquí puedes ver un pequeño reportaje que le dedicamos hace poco.

En 1792, concluida la nueva iglesia del monasterio, los monjes decidieron podar la olma porque estorbaba el paso de la luz por la ventana del ábside. pero la olma era considerada un árbol sagrado por los vecinos. A su pie, el día de la fiesta, descansaba la virgen del mercado en la procesión. Una turba de mujeres tocando las campanas a rebato las campanas consiguió reunir a los hombres para impedir que la olma fuese tocada. Un rayo partió y secó la olma en 1948.

Para saber más:
http://www.santodomingodesilos.es/
http://www.abadiadesilos.es/

viernes, 5 de abril de 2013

Árboles singulares de Santo Domingo de Silos

Como saben los lectores de este blog, uno de los campos que más me interesan es el de los árboles singulares; y evidentemente no podía dejar atrás Silos sin hablar de su famoso ciprés, el “ciprés de los poetas”, el más emblemático de los árboles burgaleses, que pasó a la posteridad a partir del soneto que le dedicó Gerardo Diego.

El ciprés de Silos forma parte consustancial a su claustro. Así lo sienten los monjes, los vecinos y los visitantes. También es uno de los signos de identidad del idioma castellano. El único punto del claustro desde el que se le puede fotografiar completamente ha sido el marco de una imagen que todos tenemos en la retina.


Pero aún es más evocador este árbol si conocemos su historia, que una vez más debemos a César Javier Palacios (nos lo cuenta en su obra “Árboles singulares de la provincia de Burgos”). Como siempre me limito a dar unas pinceladas y recomiendo la lectura del libro.

Según los datos existentes el ciprés fue plantado hacia 1883. Un barón alemán que visitó el monasterio en 1905 ya cita la existencia de un soberbio ciprés. Originalmente existieron tres hermanos, uno en cada esquina. Con el tiempo sólo sobrevivió éste, que es al que le da más la luz.

El famoso soneto de Gerardo Diego fue escrito por el autor en el libro de visitas tras una única noche en la hospedería. Durante mucho tiempo no hubo otra copia.

En los años 50 un arquitecto del ministerio de Cultura que pasó por Silos propuso a los monjes cortar el ciprés porque decía que “restaba perspectiva al claustro y sus raíces podían perjudicarlo”. Hoy todo el mundo agradece a la comunidad benedictina que su rotunda negativa lo salvara de la tala.

La plantación de césped y el exceso de riego a punto estuvieron de acabar con el árbol en 1985, lo que provocó una alarma que tuvo eco en los medios de comunicación. Afortunadamente el problema fue descubierto y atajado a tiempo, y hoy luce tan ufano como siempre. No en vano los monjes le cuidan con esmero subiendo incluso al mismo cuando la acumulación de nieve amenaza con romper alguna de sus ramas o simplemente para retirar las ramas secas. Y es que lo no muchos saben es que en torno a su tronco existe un entramado de cadenas de hierro para reforzar la esbeltez del ejemplar.

Los monjes incluso venden los plantones que nacen a partir de las semillas del árbol, que tienen mucha demanda. Pero el vástago más famoso del árbol es el que en 1997 fue plantado en los jardines del compás del monasterio francés de Solesmes, cuya comunidad restauró el cenobio burgalés más de un siglo antes y, además de salvarlo de una ruina segura, plantó en su claustro románico el hoy famosos árbol.

El acto resultó de una gran solemnidad, pues era como devolverles parte de ese símbolo que sus antepasados habían llevado de Francia a Castilla. Los abades de Solesmes y Silos procedieron a trasplantar un retoño de más de un metro y medio de altura en presencia de varias autoridades de ambos países. El Gobierno de España se comprometió ante el abad de Solesmes a entregarle el simbólico tributo anual de una moneda de plata, como ayuda al mantenimiento del ciprés y en recuerdo de esa jornada de plantación. Junto al árbol se encuentra igualmente una placa conmemorativa en bronce.

Pero el ciprés no es el único árbol destacable del monasterio. No son pocos los turistas que confunden al ciprés con la robusta secuoya gigante que se encuentra junto a la barroca entrada principal del monasterio. Aunque no se acerca con mucho a su fama, tiene también una historia digna de señalar.

 

Según la tradición oral transmitida por los monjes mayores a los jóvenes, la plantita originaria llegó en la década de 1890 desde el lejano Canadá en el interior de una patata, como mejor manera de conservar la humedad en sus raíces. Otra anécdota monacal describe con detalle los esfuerzos del que fuera monje hortelano silense a finales del siglo XIX para evitar que las cabras se comieran el joven brote, incluso llegando a taparla con aulagas.

Ahora es un imponente árbol de más de 30 metros de altura. Recientemente el sacerdote y periodista Joaquín Luis Ortega ha dedicado un sencillo romance a “la secuoya que quisiera ser ciprés”.


Algo más antiguo es un retorcido y un poco pocho tejo conocido como “el tejo del Padre Saracha” que se encuentra cerca de la secuoya. Ya hemos mencionado a este monje como auténtico protagonista de la creación de la botica de Silos en la segunda mitad del siglo XVIII. Tendría por tanto en torno a los 250 años. Saracha era un gran conocedor de las especies botánicas con efectos medicinales, entre las que se encuentran algunas partes del tejo utilizadas en bajas cantidades (ya sabemos que es un árbol altamente tóxico).


Por detrás del abeto se encuentra el plátano, el cual podemos comparar con la secuoya.

Pero en la huerta existen otros grandes ejemplares, prácticamente desconocidos por encontrarse fuera de la zona de visita; en terreno de clausura monástica. Entre ellos figura un enorme plátano que ya existía antes de la exclaustración del monasterio, posiblemente plantado por el citado padre Saracha. El árbol ha sido objeto de periódicas podas que han favorecido el que alcance su tamaño actual (unos 30 metros).

Una amistad me ha conseguido estas dos fotos del plátano desde el interior de la huerta



Junto al abeto encontramos tres grandes árboles, que probablemente se correspondan con los tilos y el arce citados.

Los monjes de Solesmes, convirtieron parte de la huerta en un pequeño jardín. De aquella época nos han llegados dos tilos y un arce de cierta entidad.

Según el libro citado en los alrededores del pueblo existen algunas encinas centenarias; hoy en día difíciles de localizar.

Foto de uno de los arces

Foto del Tilo


jueves, 4 de abril de 2013

Monasterios burgaleses: Santo Domingo de Silos (y II)

Tras dedicar un primer artículo a la historia del monasterio, vamos a dedicar este segundo al patrimonio que aún conserva, en todo caso de forma muy breve.

Hay que empezar sin duda por el claustro, una pieza única. Los mejores capiteles se suceden en las pandas este, norte y buena parte del oeste. El resto del claustro inferior está elaborado probablemente con la participación de diferentes artistas.



El claustro superior tiene mucha menor calidad, hecha con rapidez y sin esfuerzos de creación. No voy a entrar a hablar de los diferentes capiteles y maestros. Aconsejo la visita sosegada, preferiblemente cuando no haya mucha gente, acompañada de las explicaciones del guía.
 

Varias tomas del claustro.


Nos solazaremos con la variedad y calidad de la talla y con la armonía y simbología que provocan los relieves de los ángulos.
 


Varios de los capiteles con temas mitológicos

No debemos pasar por alto sus artesonados, elaborados tras el incendio de 1384, en los que se suceden temas cortesanos y de la vida cotidiana.
 

La visita al claustro se completa con la que realiza a la botica y al pequeño museo (en donde no se pueden hacer fotos). En la botica se puede ver el diverso instrumental antiguo, una colección de vasijas de cerámica de Talavera y una biblioteca de temas de farmacopea.

Ángulos de la Ascención y Pentecostés. Obsérvese la estilización de las figuras y el efecto visual provocado por las ondas.

El pequeño pero valioso museo tiene entre otras, algunas piezas interesantes de orfebrería: un crucificado de marfil, custodias y el conocido como Cáliz de santo Domingo.

Ángulo de la Sepultura y el Descendimiento. Obsérvese el modo de ocupar el espacio y los diferentes planos de la acción.

Como ya hemos indicado, en el Museo de Burgos se conservan algunas piezas como el llamado frontal de Silos y dos arquetas. En el Museo Arqueológico Nacional se conserva un cofre procedente de Silos.

Angulo de las apariciones ante los discípulos de Emaús y ante el Colegio Apostólico. Obsérvese el grado de realismo que adquieren las escenas.

Antigua sala capitular.

Sepulcro del santo, que se sitúa en la vertical de la cripta