martes, 6 de septiembre de 2016

Ruta de senderismo: La sierra de Albuera

Interesante recorrido que nos permite descubrir los espectaculares paisajes de la poco conocida sierra de Albuera (conocida por el nombre de Agüera por los lugareños) y alguno de los rincones que la rodean; en los valles de Zamanzas y Manzanedo.

Dificultad: Media-Alta. Aunque no se puede calificar de una ruta montañera, hay hasta tres ascensos, tramos con cierta complicación técnica y algunos puntos en los que el transitar puede hacerse pesado.
Orientación (sin GPS con track o cartografía): Difícil. En unos cuantos puntos hay que estar muy atentos a la señalización; respecto a la cual no somos muy optimistas en el medio y largo plazo.
Belleza: Alta
Tiempo y distancia: 4 horas y 45 minutos (16 kilómetros)
 







Situación
Hay que seguir antigua N-623 a Santander hasta el kilómetro 65. Aquí tomamos el desvío hacia Gallejones. Pronto accedemos al balcón que da acceso al precioso valle de Zamanzas, caracterizado por estar cubierto casi en su totalidad por bosques. Tras superar la citada localidad, 3 kilómetros más adelante, alcanzamos Villanueva Rampalay. Antes de entrar en el pueblo tomamos otro desvío, a la izquierda. Dos kilómetros adicionales nos llevan al cruce para subir al pueblo de Robredo de Zamanzas.

Puntos de Interés

Arquitectura popular de tipo montañés en todos los pueblos: Robredo, Barriolacuesta, Vallejo, San Miguel y Ailanes. Iglesias románicas de San Miguel de Cornezuelo y Ailanes. Bosques mixtos. Senderos de ascenso a la sierra. Panorámicas desde el Pico Navas.

Descripción de la Ruta

En el acceso a Robredo de Zamanzas alcanzamos una zona algo más ancha en donde se ubica una pila bautismal, posiblemente procedente de su arruinada iglesia. Dejamos el vehículo en este punto y buscamos, algo más abajo, el antiguo edificio del transformador eléctrico. Tomamos la bocacalle que nace junto al mismo hasta ver un cartel indicativo. Desde aquí descendemos por un borroso sendero que desemboca en un prado. 

Para seguir bajamos un poco y pasamos a otro prado algo más a la izquierda. Fijándonos en la línea eléctrica observamos, casi al final de la finca, un poste de hormigón. Caminamos hacia el mismo y unos diez metros antes del poste, a la derecha del prado y en una especie de esquina, buscamos el nacimiento de un sendero. 

El sendero está bastante ocupado de vegetación, pero es transitable y resulta evidente que se trata de un antiguo camino. Superamos un par de arroyos y empezamos a ascender, atentos en todo momento a las marcas de pintura señalizadora. En una bifurcación rechazamos un desvío a la derecha que nos llevaría a la carretera.

Aunque por momentos parece que el sendero tiende a cerrarse, avanzamos sin demasiadas dificultades hasta que la senda mejora de forma evidente. Pronto alcanzamos una bifurcación en la que seguimos por la derecha. Enseguida alcanzamos el pueblo semiabandonado de Barriolacuesta a la altura de su única calle.

La tomamos en sentido ascendente, hacia la izquierda dejando a la izquierda una zona herbosa a modo de plazoleta. Admiramos la bella arquitectura popular y pronto dejamos atrás el caserío. Aquí la pista hormigonada gira hacia la derecha, cosa que también hacemos nosotros. Muy pronto alcanzamos una carretera, que seguimos hacia la izquierda, pero casi inmediatamente nos decidimos por un sendero que ataca directamente el monte.

Una serie de revueltas nos permiten ganar altura con facilidad. Bajo nosotros aparecen los dos pueblos recorridos y algo más hacia la izquierda el tranquilo río Ebro. La vegetación lo ocupa todo. Sin mayores novedades alcanzamos un pequeño portillo. Al otro lado se encuentra el marcado valle central que divide longitudinalmente a la sierra de Albuera y, enfrente, un espectacular paredón rocoso.

El sendero baja con rapidez hacia el vallejo. Una vez en el mismo tenemos una trifurcación. Un sendero sube desde el cercano rio Ebro y un segundo comienza a ascender por el fondo de la depresión. Nosotros nos decidimos por una tercera opción, en dirección al llamado portillo de Vallejo, pues a ese pueblo se dirige.

Pronto nos hemos de enfrentar con un corto pero resbaladizo tramo de ascenso por piedra suelta. Superado el mismo la pendiente se suaviza considerablemente, de modo que transitamos por una especie de plataforma a media altura del marcado valle, pudiendo disfrutar de excelente perspectivas del mismo.

Tras unos cuantos centenares de metros sin mayor novedad que una llevadera pendiente, por fin el sendero se decide a supera la dorsal rocosa, y lo hace con una serie de preciosas revueltas. Al otro lado tenemos una portilla y unas cuantas revueltas más de descenso, en lo que parece uno de los seculares caminos de montaña que tanto me gustan. Vamos perdiendo altitud vigilando con cuidado de donde ponemos el pie.

De frente tenemos los paisajes, algo menos quebrados y exuberantes, del valle de Manzanedo. Superada la zona más rocosa vemos como la señalización se desvía algo hacia la izquierda, atravesando una potencialmente resbaladiza pedrera. Algo más adelante el sendero se desdibuja y es difícil de seguir; aunque en todo caso el destino es un camino que ya intuíamos desde lo alto del portillo.

Llegamos así a una especie de planicie inclinada y tomamos el camino que la recorre en sentido descendente. Bajamos con rapidez y de forma natural siguiendo a este amplio valle que gira hacia la derecha, entre interesantes ejemplares de quejigo. Tomando como referencia el arroyo alcanzamos un camino mucho más marcado a la altura de una marcada revuelta en el mismo.

En realidad acabamos de confluir en el recorrido del espectacular Paso de los Tornos. Sin embargo nosotros, en lugar de acercarnos al mismo nos desviamos hacia la izquierda. Tras una corta ascensión aparece ante nosotros el casi deshabitado pueblo de Vallejo. Ya en sus proximidades tomamos la opción izquierda en una bifurcación y enseguida alcanzamos este interesante caserío, aunque con cierta inquietud por los amenazantes perros.

Seguimos la calle que de manera natural nos conduce a la carretera que da servicio al pueblo. Aquí encontramos una fuente donde calmar la sed. Los siguientes metros trascurren en descenso por el asfalto hasta alcanzar una especie de mirador delimitado por una valla de madera. Desde el mismo podemos disfrutar de buenas vistas de un Ebro que fluye inmediatamente debajo.

Frente al mirador, al otro lado de la carretera y junto a un grueso ejemplar de fresno que ha vivido tiempos mejores encontramos el nacimiento de un camino que hemos de seguir. Ascendemos acompañados por buenos ejemplares de quejigo mientras el paisaje de la zona de Vallejo y Cidad de Ebro va quedando atrás.

Sin mayores novedades alcanzamos la entrada al pueblo de San Miguel de Cornezuelo. Merece la pena conocer sus balcones corrido de madera y su preciosa iglesia románica, pero hoy decidimos no entretenernos y tomamos la carretera hacia la izquierda, alejándonos del pueblo. Unos 400 metros más adelante localizamos un sendero que nace a mano derecha.

La nueva vereda se muestra confusa con frecuencia, pero como referencia diremos que transita durante bastante rato muy cerca de la carretera, ignorando las opciones que se alejan mucho de la misma; se trata probablemente del resto del antiguo camino. Tras contemplar frente a nosotros los escasos restos del castillo de Arreba, verdadero nido de águilas, el sendero se embellece al entrar en una zona más sombreada festoneada de árboles. 

En las proximidades de un arroyo el camino gira a la izquierda y la pendiente, hasta ahora casi inapreciable, se hace más acusada. Dejamos atrás el bosque, superamos una portilla y una zona de vegetación y escombros, afortunadamente muy corta, y alcanzamos la carretera.

Al otro lado de la misma nace un difuso pero evidente camino que se introduce en un pinar algo ralo. Tomamos el mismo y afrontamos un largo pero llevadero ascenso por un vallejo que en realidad es la otra parte del valle longitudinal de la sierra de Albuera. Notamos que este largo tramo va finalizando por la desaparición de la pendiente, que incluso se hace descendente. 

Al final del pinar encontramos la señal que nos informa que debemos caminar hacia la derecha para llegar a Zamanzas y Ailanes. El sendero es muy difuso y las marcas de pintura son nuestra única orientación, pero es evidente que se dirige a una pequeña grieta que permite afrontar el ascenso. 

Llegamos a la misma y continuamos ascendiendo con lentitud y dificultad por la existencia de resbaladizas pedreras y grandes piedras. Afortunadamente no queda mucho de ascenso y pronto llegamos a una especie de meseta intermedia al fondo de la cual observamos las antenas del Pico Navas. En la meseta encontramos un camino que debemos tomar hacia la izquierda para bajar a Zamanzas, pero si seguimos hacia la derecha una revuelta nos llevará en pocos minutos a la cima (también podemos acortar superando un tramo de incómodo brezo). 

Desde la cima, marcada con vértice geodésico y en donde nos tomamos un merecido descanso, disfrutamos de excelente vistas especialmente hacia el valle de Zamanzas. Localizamos sus pequeños y recoletos pueblos entre el verde del omnipresente bosque. Para continuar decidimos cruzar campo a través el brezo para volver al camino. 

Aunque al principio llanea, pronto el camino alcanza una portilla y empieza a bajar vertiginosamente hacia el valle. Una marcada curva lo cambia de orientación y finalmente acaba muriendo a la altura de una carretera; en las cercanías de un cruce. Nosotros seguimos de frente, hacia el casco urbano de Ailanes. 

A la altura de la primera casa vemos como la calle principal parece descender. Nosotros nos desviamos hacia la derecha disfrutando de las construcciones de este bonito pueblo. Pronto alcanzamos su sencilla pero recoleta iglesia románica. Dejamos atrás la misma sin cambiar de dirección y acabamos dejando atrás la localidad.

Ignorando las desviaciones y en suave descenso tenemos algunas vistas parciales de la parte central del pequeño valle. Unos 800 metros después de Ailanes llegamos una bifurcación. Hacia la derecha seguiríamos hacia Gallejones; nosotros vamos por la izquierda por un camino algo más borroso.

Un tramo después el camino parece desaparecer en una especie de campa. Mantenemos la dirección, más bien hacia la parte izquierda de la campa, hasta alcanzar una especie de fuente de hormigón. Aquí el camino reaparece, bordea un depósito de agua y acaba llegando a una portilla. Superada la misma llegamos al poco al pueblo de Robredo de Zamanzas dando por concluida la jornada.

Comentarios


La ruta propuesta aprovecha diversos tramos de la red de senderos del Parque Natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón. En esta red se ha optado, en lugar de por una serie de senderos individualizados, por una especie de entramado en el que es posible plantear diversas combinaciones. No obstante, el retraso en la puesta en marcha de este Parque hace que la señalización y limpieza de las rutas no haya tenido continuidad en el tiempo y se presenten incertidumbres para el futuro. 


En el recorrido que nos ocupa hay algunos tramos en los que la falta de limpieza y renovación de la señalización puede llegar a dificultar gravemente el tránsito, precisamente por la escasez del mismo. Esto es especialmente reseñable en el primer kilómetro de la ruta. Aparte de esto es una ruta preciosa y semi-montañera. Hay algunos puntos, muy bonitos por otra parte, con cierta miga técnica. La ruta se puede comenzar también desde Ailanes o San Miguel de Cornezuelo.
Dada la existencia de un sendero que recorre la brecha central de la sierra; la ruta se puede simplificar hacia cada una de las dos mitades correspondientes; atacando la ascensión bien desde el valle de Manzanedo; bien desde Zamanzas.
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Track del recorrido (pulsa en el círculo verde para más información)




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Vídeo con imágenes del recorrido



1 comentario:

Anónimo dijo...

De mis numerosos viajes a Burgos y Cantabria me quedan por conocer el valle de Zamanzas y el de Manzanedo.